ANTI POET [patopurific]
Algunos poetas patagónicos suelen formular una serie de "teorías" acerca del "estado del arte literario patagónico". Por lo general, a lo que suelen llegar estos poetas es a conclusiones como las siguientes:
- La literatura patagónica es subvalorada; - Los porteños son malos tipos; - Los poetas patagónicos tienen un mérito en sí mismo: vivir en el viento; - Las cátedras de literatura de las universidades patagónicas por lo general están "comandadas" por conservadores brutos que no conocen la literatura patagónica; - Etc.
Más allá de analizar este tipo de sentencias puntualmente una a una, percibo que dicho "sistema" general de pensamiento (tomado más o menos como un todo) tiene un "problema" fundamental: no lleva a ningún lado, ni tampoco llevaría a ningún lugar su contrario.
O sea: por lo general estos poetas fuerzan (sin darse cuenta sobrevalúan) el valor de la literatura como esencia en el mundo. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que la mayoría de los escritores patagónicos escribe poesía. El 80% de escritores patagónicos son poetas. La poesía es la más "cómoda" de las vertientes literarias. A decir verdad, no es necesario usar mucho seso (independientemente de que haya poetas que lo usen), e inclusive hay quienes opinan que hasta está mal usar el cerebro para escribir poesía.
Resulta que muchos poetas patagónicos hablan como si, al discutir sobre unos poemitas, estuvieran debatiendo el futuro del mundo. He ahí un gran desajuste evolutivo. Aún parecen no darse cuenta de que unos poemas (incluso aunque fueran buenos) no van a cambiar el mundo. Ni siquiera van a cambiar un pueblucho. Ni siquiera van a influir en la elección de un concejal. Simplemente porque, por empezar, la "gente" no lee poesía. Ya de entrada la poesía está frita, sea buena, mala o excelente. Frita. La poesía, por definición contextual de la vida humana, no puede cambiar (social y políticamenete) ni siquiera partes pequeñas del mundo. Si la poesía, encima, no es revolucionariamente excelente e innovadora (no sé ni siquiera en qué sentido), menos.
Está claro que es probable el siguiente mecanismo psicológico: como estos poetas no tienen la capacidad intelectual como para hacer mucho más que escribir unos poemas, tenderían a sobrevalorar a la poesía porque así se están dando (supuestamente) un valor a sí mismos. Pero esos razonamientos son erróneos, porque ya desde la partida es erróneo el lugar adonde se quiere llegar.
Los poemas son entes estéticos con poca popularidad. Punto. ¿Me gusta a mí leer poesía? Sí. Punto. ¿Le gusta al 90% de la gente leer poesía? No. Punto.
Pero vayamos ahora a un aspecto muy citado por los poetas patagónicos: "la literatura argentina pasa por buenos aires y al interior no lo valoran (literariamente hablando) como corresponde, los porteños son autistas, cuando hacen antologías de poesía patagónica rejuntan cualquier cosa y les da lo mismo, lo hacen sólo para comerciar....etc,etc".
En primer lugar, y más allá de que la valoración de la "sintomatología" pudiera ser bastante correcta, habría también que dejarse de quejar todo el tiempo y, ya que los porteños son tan diabólicos, generar desde la patagonia misma eso que se les exige a los porteños ¿Por qué no hacerlo? Si las antologías patagónicas que hacen los porteños para exportar al mundo son tan malas ¿por qué no generan los patagónicos mismos sus propias antologías y las exportan ellos mismos? ¿es porque los políticos locales no le dan ni bola a estas cosas y entonces no hay presupuesto? Ok, pero ¿y entonces por qué no se quejan los poetas patagónicos de los políticos y funcionarios patagónicos, en todo caso?
Creo entrever en este tipo de actitudes monotemáticas algo parecido a los que se quejan siempre de que los males de la Argentina son por culpa de los Imperios. Pero los males de la Argentina son por culpa de los chorros argentinos. De los políticos chorros argentinos, y de los políticos vagos argentinos. De la misma manera, habría que ver por qué (supuestamente) la poesía patagónica no tiene el reconocimiento que se merece ¿no será por culpas internas de la patagonia?
Y veamos la impracticidad mental de conceptos: hablan de que los porteños sólo pretenden ser comerciales (con las antologías poéticas patagónicas truchas), cuando lo cierto es que la poesía no hace millonario a nadie, apenas vende chauchas y palitos, sean antologías truchas o sean geniales.
Más de allá de esto, volvamos a la esencia: ¿querés que en la patagonia haya más industrias, los docentes cobren mejores sueldos, haya mejores caminos, menos injusticia, menos corrupción, y disminuya la pobreza? Ok. Creo que todos queremos eso. Pero ¿y cómo te pensás que vas a lograr algo de eso escribiendo unos poemitas que nadie leerá (salvo tus amigos que también son poetas)???? ¿Acaso los gobernadores patagónicos te pensás que leen poesía? ¿Te pensás que los sindicalistas que negocian (y muchas veces tranzan) el futuro de los trabajadores leen poemas? ¿Que el ministro de obras públicas lee poemas? ¿Que la aprobación de una ley en diputados se va a ver afectada por un poema? Nada de eso. Entonces ¿por qué le das tanta sobrevaloración al poder que pueden tener unos poemitas?
Está muy bien que exista la poesía y los poetas, y aún mejor si estos ponen empeño y trabajo en mejorar y progresar artísticamente, pero no deberían perder ese criterio: lo que están haciendo es un arte, un hobby. Simplemente. No inflen las cosas. No se hagan las víctimas de algo que no tiene ni víctimas ni victimarios sino boludos.
A veces me pregunto si no será cierta esta hipótesis: "mientras más poetas (no así novelistas, ensayistas, cuentistas) haya en una provincia, más involucionada significará que es esa provincia".
Lo ideal sería que la gente se dedique a evolucionar verdaderamente, que estudie (incluso arte, pero en serio), que aprenda idiomas, que se interese en las nuevas tecnologías, que estudie ciencias duras, etc. etc., y que además escriba poemas si quiere. Lo que muchos poetas hacen es alrevés: escriben unos poemuchos, y como no saben hacer otras cosas, pretenden que esos poemuchos van a comandar la evolución y el destino futuro de sus pueblos. Déjense de joder, muchachos. Hagan algo en favor de la verdadera evolución. Un poema influye en el mundo tanto como un partido de fútbol 5 jugado entre amigotes. No inventen falsa solemnidad, ni inventen falsos heroísmos. No inventen falsa utilidad. Con todo gusto júntense a chupar y a autohalabarse si quieren, pero no se hagan los mártires. En el fondo su mayor mérito es ser, en pleno siglo XXI, unos perfectos imprácticos involucionados quejosos con los pies agarrados de las nubes.
Javier Patopurific, Bajo Caracoles, 2009.